¿Puedes cambiar el rumbo a mitad de camino?

En varias ocasiones escuché hablar dela "crisis existencial" que atraviesan las personas en una determinada etapa de sus vidas. En este punto, suelen darse cuenta de la necesidad de hacer un balance de sus avances y encontrarle sentido a lo que se esfuerzan por conseguir cada día. Es decir, cuando es necesario, surgen dudas sobre si estamos en el camino correcto o si es hora de cambiar de rumbo, a veces por completo. 

En este sentido, debido a la pandemia de COVID-19, que en varios países significó un confinamiento obligado por las circunstancias, aprendí a tolerar la convivencia 24 horas al día, 7 días a la semana. Me convertí en uno de los que empezó a cuestionar el sentido de lo que hacía, no para dejar un “legado” (que suena bastante pomposo) sino para entender si mis acciones se alineaban con mis objetivos y si esto no chocaba con el bienestar social. siendo de las personas que más quiero.

Comencé evaluando si el trabajo en el que dedicaba todo mi tiempo, respondiendo comunicaciones hasta la madrugada en una organización de servicios, cumplía con su propósito y si el aporte que buscaba brindar llegaba al verdadero público objetivo o solo a unos pocos afortunados. Esto me llevó a reestructurar todo lo que había hecho y a priorizar a la persona que había dejado atrás injustamente: mi hijo.

Mi hijo, con su infinita bondad, nunca me culpó de nada, pero era quien más necesitaba de mi tiempo, cariño y comprensión. Me di cuenta de que mi capacidad de escucha y mi paciencia se habían visto seriamente afectadas por el estrés diario y la necesidad frenética de alcanzar la mayor cantidad de objetivos posible. Esto me obligó a evaluar de manera crítica y objetiva qué herramientas tenía y cuáles necesitaba desarrollar para fortalecer nuestra relación.

Decidí dejar un cómodo puesto directivo y estudiar una carrera muy diferente para acompañar a mi hijo en su proceso, que significó reinventarme. Aunque el proceso ha sido sumamente complicado, sigo luchando, a pesar de que muchas personas a mi alrededor no lo entienden y algunos me aconsejan “tirar la toalla”.

En definitiva, cambiar de rumbo es posible pero no fácil, sobre todo cuando se explica a los demás que, a pesar de lo que les parece bien a sus ojos, alguien puede experimentar una profunda sensación de vacío. Esto está muy relacionado con lo que el gran psiquiatra y psicólogo Viktor Frankl llamó el sentido de la vida a través de su reflexión sobre la Logoterapia. Mi objetivo final es encontrar nuestra razón de existir y, en el camino, darle sentido a cada momento de nuestra vida. A pesar de las miradas de desaprobación y los comentarios desconcertantes, sigo adelante, sin miedo a las críticas y quizás motivado por ellas, para que al menos nadie pueda decir que no estoy perseverando.

Por Katherine Lecaros

Fuente: Medium

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